Este conjunto de leyes naturales, familiares, sociales y espirituales que rigen el funcionamiento de los núcleos humanos, es lo que Bert llama los ordenes del amor. La trasgresión de los órdenes del amor en las interacciones humanas será el origen de los conflictos y las discordancias internas que pueden llegar a manifestarse como patologías individuales, familiares, grupales o sociales.
Bert parte de la idea sistémica de que el individuo es un ente grupal. De esta manera para la existencia de unos padres y para la existencia de estos padres, fue indispensable a su vez la existencia de los suyos propios y así podríamos irnos hacia atrás en el tiempo hasta el mismo comienzo de la creación de la vida. Cada persona es el final de una pirámide de muchos seres humanos que han sido indispensables para su existencia. Cada nuevo vínculo enriquecerá los sistemas ya existentes y ampliará la historia y será responsable de acuerdo a su concordancia con las leyes de la vida y de su núcleo social, del gradiente de nutrición y de salud de las generaciones presentes y futuras.
Los sistemas familiares son sistemas abiertos que tienden a autorregularse para asegurar su supervivencia pero que a su vez se nutren, interactúan y se vinculan con otros sistemas familiares, llegando a constituir -clanes, grupos, comunidades, sociedades, naciones todos ellos enriquecidos por innumerables virtudes, pero a su vez obstruidos por los innumerables conflictos que vamos tejiendo a lo largo de los años.
La relación dinámica que se genera entre los individuos de un sistema es lo que denominamos una constelación.
Cada ser humano trae en sí mismo toda la información de las vidas de las que procede tanto a nivel psíquico como a nivel físico. Es aquello que llamamos herencia y se encuentra impreso en lo más profundo de nuestro ser, en nuestros genes y en el inconsciente colectivo de nuestra familia y tiene la capacidad de ser transmitido de generación en generación.
Así pues algunos heredamos los ojos verdes del abuelo, las piernas cortas que también tenía nuestro padre y que a su vez tenia su propia madre. Otros miembros de nuestra familia nacerán con los ojos pardos y las piernas cortas evocando a otra fracción de la herencia familiar.
También heredamos por ejemplo, el buen o mal temperamento, gustos determinados, la diligencia, la fuerza y el compromiso o las tendencias depresivas, neuróticas, psicóticas u obsesivas que caracterizaron posiblemente alguno de nuestros antepasados.
Formamos entonces parte del alma y del destino de muchas personas con las cuales estamos de alguna manera directamente relacionados. Es un alma que es arte y parte de una historia y que se hereda de generación en generación y que marca a cada ser humano de una manera particular. Somos parte del campo morfogenético de nuestra especie y particularmente del campo morfogenético de nuestra familia. Allí se alberga toda la información de nuestra historia familiar la conozcamos o no. Esta historia está impresa en nuestras células conllevando un orden que permite que la vida fluya a través de nosotros. Este orden se traducirá en cualidades. Pero también heredamos los conflictos no resueltos que se hayan podido generar en el seno de nuestras familias debido a factores como pueden ser: Violencia intra o extra familiar, guerras, asesinatos, suicidios, luchas de poder, perdida de seres queridos, abortos, separaciones traumáticas, abandonos, accidentes fatales, exclusiones de personas de la familia, secretos de familia, relaciones extramaritales, hijos no reconocidos etc.
Cuanto más desorden, cuanto más conflicto, más severas suelen ser las dificultades que se manifiestan en los seres y con frecuencia nos encontramos ante enfermedades crónicas, adicciones o problemas mentales graves, más conflictos, más guerras, mayor devastación, mayor problemática familiar, social, laboral, etc.
Lo que aparece claro a través del trabajo con constelaciones, es que nada puede ocultarse a la luz del sol y que todos los eventos trascendentales ocurridos en nuestras familias que hayan quedado no resueltos, seguirán pasando de una a otra generación, implicando el destino de algunos miembros las mismas, hasta que los hechos sean vistos, reconocidos y puestos en el lugar que les corresponde. Ese algo mayor que todo lo rige está en busca de un equilibrio y un orden en los sistemas (paz), que es superior a las leyes creadas por el hombre y que es el que permite el flujo de la vida con toda su fuerza.
A través del método de constelaciones, se busca identificar los puntos nodales que puedan estar afectando al individuo, al sistema familiar, laboral o social y que están dificultando el flujo organizado de la vida. A partir de allí, en la medida que el mismo sistema lo permita, se restaura el orden perdido, desatando estos puntos y permitiendo un nuevo fluir en la vida de las personas comprometidas.
Este trabajo apoya al individuo en el encuentro de la consonancia con su destino y en ocupar el lugar que le corresponde en los grupos con los cuales interactúa para que pueda desarrollar su proyecto de vida de una manera más armónica y sostenible.
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